Pedro Cantero

Comité Asesor

Doctor en antropología con formación sicoanalítica (Universidades de París y Burdeos). Actualmente investigador del G.I.S.A.P en la Universidad Pablo de Olavide en Sevilla, donde fui profesor hasta mi jubilación. Durante estos últimos años (2013-2018) beneficiando del apoyo del Programa del gobierno ecuatoriano “Prometeo, Viejos Sabios”, participé en el origen del Programa de Antropología de la Contemporaneidad en la Universidad de Cuenca (Ecuador), del que soy miembro activo. A la par, elaboro una obra sobre las músicas de mi vida que me procura no pocas sorpresas y me hace más abierto al devenir común de la humanidad.

El sondeo sobre lo humano es el ámbito de mi trabajo, desde las formas de ser hasta los modos de estar o de producir. Si la antropología del sentimiento fue el objeto de mi tesis doctoral, considerando este como la esencia misma de la vida, todo lo relacionado con esta lo considero emergencias del sentir que nos hacen vivir en la dialógica. Arte, ciencia, religiosidad, alimentación, urbanismo, salud, fiesta, erotismo, voluntad de poder, acumulación o solidaridad tienen que ver con el flujo constante que nutre nuestra existencia. Mis trabajos sobre temas tan aparentemente alejados como la interculturalidad, la educación, la música, la devoción, la siquiatría, la arquitectura, la fotografía, el turismo, la gastronomía, el paisaje o el territorio; en comarcas tan diversas como la Sierra de Aracena, Sevilla, La Rochelle, las tierras de viñedo y olivar en Andalucía, el país de Trápani en Sicilia, París, el Suroeste francés, Cerdeña, la Sierra ecuatoriana, Amazonía o Galápagos me han facultado para comprender sociedades diversas y, al mismo tiempo, me permiten constatar tanto la fibra individual como la universalidad de lo humano.

Ni desprecio lo nimio ni me asustan las grandes problemáticas. Siguiendo a los aristotélicos, creo que todo cuanto sucede en nuestro microcosmo es una proyección de cuanto acaece en el universo. Esta inquietud guía mis trabajos, sospechando que segmentar los fenómenos humanos es escindirlos de su “realidad” más íntima, dislocándolos [incluso con el pretexto de analizarles] para mejor jerarquizarlos y neutralizar su potencial “poiético”. Cualquiera de mis numerosas publicaciones cela algo de esto.